Más de cuatro décadas después, esperando la llegada de algo que no logro definir, triste porque no lo tengo, triste porque creía tenerlo, triste porque no sé qué es, aquí estoy, sentado en un sofá, en una casa que creía erróneamente mi hogar.
Una vez digerida esa última terrible frase, sospecho que el espacio del universo se ha homogeneizado.
¿Quién soy yo?, te preguntas.
Me exiges una respuesta clara, anhelas, deseas una dirección, unas coordenadas, porque todos los seres humanos necesitan un hilo de donde tirar; la boca de un túnel por donde acceder; un sí; un no. ¿Dónde? ¿Cómo? Y sobre todo quién.
Inaceptable es la idea de la no-idea.
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