Posee un aire evocador como quizá ninguna otra obra musical. Ojalá, y lo digo con los ojos llenos de lágrimas mientras escribo estas frases en el portátil, ojalá, repito, ojalá pudiera escucharla de nuevo por primera vez. Ojalá, maldita sea, ojalá. Porque aquella primera vez pensé: «¿Hacia dónde va esto?» En aquel momento no supe hacia dónde se encaminaba la obra, cuál sería su final. Siempre intuyo la conclusión de una sinfonía mucho antes de que termine, en ocasiones me resulta muy evidente, pero con ella… con ella no lo supe, ¡no podía intuirla!, y lo supe al final. Lo supe al final.
No podía ser de otro modo.
Me faltan las palabras…