Las relaciones humanas según Houellebecq

Ayer vi a mi ex, mi ex de hace 20 años, pero, además, también tengo una ex de hace poco más de 3 meses: la mezcla que esta curiosa situación ha provocado, probablemente lejos de los designios de los dioses, de Cupido, del azar, no ha hecho sino sumirme en la más absoluta confusión.

Y ahora estoy leyendo ‘Sumisión’ de Michel Houellebecq. Y media España—concretamente medio twitter: el 50% de los que en esa red social escriben—no ha entendido la invisibilidad del narrador en las novelas del gabacho. Michel es tan invisible como en su día lo fue Tolstoi, pero es muy cómodo quedarse—y enervarse—en la paja, en la mamada, en el culo y en las tetas; mucho más difícil, por el contrario, resulta ver la brecha que nos separa a los hombres y a las mujeres; a padres y a hijos; ver lo que nos rompe a los seres humanos en las relaciones personales.

Han pasado dos horas desde que escribí relaciones personales. He hablado otra vez con ella. La de hace 20 años. La de hace 3 meses no volverá nunca a hablar conmigo. Y yo no entiendo—ni entiendo ni quiero entender—las relaciones de los seres humanos. Houellebecq las analiza y me las cuenta. Y no sé desde dónde lo hace: la posición que ocupa el narrador en sus novelas ha sido muy meditada y estudiada.

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