Cuando era profesor me gustaba, una vez despedido el alumnado, subir a la clase antes de irme a casa hasta el próximo día laboral. Allí, con las sillas sobre las mesas, me complacía en el silencio bautismal del aula, en los papeles abandonados por el suelo, en las últimas delaciones escritas en la pizarra. …
Sueño naufragado