Imágenes verbales y verbos imaginarios coexistían sin problemas, qué risa, eh, menuda trifulca de pares dejando entrar a los treses. El pasillo de la iglesia era verde oscuro, ¿o era verde musgo? El cura, ah, el cura… el cura ocupaba toda la nave; porque era un hombre gordote, pero tenia un ego desproporcionado que no cabía en el altar…
En la esquina del aula la niña sigue escribiendo, no le importa el musgo húmedo, no le importa nada. ¿Por qué pasan las ventanas de la calle tan deprisa? ¿A qué velocidad vamos?
¿A mil?
Aire…