#174 El ascensorista kafkiano

En Diarios 1910-1913 escribe Franz Kafka acerca de su visita a la sinagoga de Alt-Neu: Murmullos; apagados […] Tres devotos judíos, al parecer orientales. En calcetines. Inclinados sobre el libro de los rezos con el manto de las plegarias sobre la cabeza […] Las palabras no son propiamente ni principalmente cantadas, pero tras las palabras vienen unos arabescos formados con una prolongación, fina como un cabello, de esas mismas palabras.

Más de cien años después, en un realidad alternativa, el más indomable de una pareja de gemelos decide fisgonear en los cajones de su hermano. Encuentra su diario. Duda si leerlo o si devolverlo al cajón. Sabe que no debe… pero por otra parte ellos dos son la misma persona; tienen los mismos ojos; tienen el mismo pelo. Los dos son el mismo ser humano.

El cuaderno lleva por título Piedras y troncos.

Un ascensor (antiguo); la puerta se abrió con una especie de chasquido; la forma de la puerta era muy rara; se trataba de una puerta curvada. Entramos un hombre y yo.

Había tres niveles. Mi intención inicial fue subir al tercer nivel, pero no sé por qué el ascensor sólo subió hasta el segundo.

En ese momento, yo, muy preocupado por si alguien llamaba al ascensor y nos hacía bajar antes de que pulsara el botón del tercer nivel, apreté rápidamente el 3 y creo que finalmente lo conseguimos…

—¿Estás leyendo mis cosas? ¡¿Cuántas veces te he…

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