No recuerdo por qué empecé a leer novelas. Tengo en la mente una fotografía difusa de aquel momento inicial. Nadie me obligó. No me sentí presionado por modas o tendencias. No recuerdo el motivo y me siento mal por ello. He olvidado también cuál fue el primer libro que adquirí en una librería. A mi cabeza, no obstante, viene la imagen de mis piernas estiradas y cruzadas (sentado en un incómodo banco de la universidad) leyendo con un nudo en la garganta la muerte del perro en La insoportable levedad del ser, pero no sé —y me da mucha rabia no saber— cómo, cuándo y por qué adquirí mi pasión por la literatura. Nadie de mi entorno leía libros. Simplemente ocurrió…
Sin embargo, al empezar a escribir la memoria cristaliza en el mismo escrito: los blogs en Internet (otros además de 921kibu).
Suena pedante, pero, tras leer muchos manuales de narrativa (algunos de tono didáctico, otros de carácter intelectual y muchos de aroma artístico), tras investigar de manera concienzuda pero divertida todo lo relacionado con el mundo de la ficción, no tiene sentido seguir acumulando conocimientos… voy a escribir un libro.