Un día le contaré el sueño más extraño de todos los que han agitado mi cerebro desde que recuerdo esta fecunda faceta onírica. De él ya hace muchos años, pero la experiencia permanece intacta porque lo escribí en una libretita de treinta céntimos de euro, con un boli cuya tinta se emborronaba a través de azules coágulos; lo escribí aquella mañana nada más despertarme porque merecía la pena. Ya verá, ya verá…
Se preguntará cómo puede alguien soñar de ese modo, bajo esas raras premisas. Qué hermosura de ensoñación; la máquina del tiempo…