#99 Leer en mi sofá [4]

Yo he venido aquí a decir algo que no se haya dicho previamente.

Quiero —en primer y único lugar, por encima de todo lo demás— resaltar el hecho de que las siguientes líneas no son una reseña. Su propósito, no obstante, es convencerte de que vayas a una librería, compres la novela, la leas y la guardes en el mejor rincón de tu biblioteca. Lee con atención: no vas a encontrar nada remotamente parecido en lo que a narrativa se refiere, el texto te va a sorprender de un modo brutal. No es una lectura fácil, pero yo estoy seguro de que, en el fondo, las lecturas fáciles a ti no te gustan. Y estoy absolutamente convencido de que las primeras y más profundas palabras que tu mente va a evocar al sumergirte en sus páginas serán: arte, artística, cuadro, pintura, obra maestra, aroma, esencia, embriaguez, diferente, difícil, culta, elevada… Genial

Para quien esto escribe leer Ulises ha supuesto un soplo de aire fresco, a pesar de la impenetrabilidad de muchas partes del texto, ya que no es un libro convencional sino todo lo contrario. La novela no se sostiene en el argumento, esto es algo que debes saber antes de empezar a leerla. No te ofusques con la profusión de personajes, no hay un hilo evidente que debas seguir o deducir. Los tres más importantes se te van a incrustar en el cerebro y no vas a poder deshacerte de ellos. Ulises es una obra (como todas las grandes obras de la literatura) que consta de diferentes planos de lectura o de absorción. Los expertos y los que practican el arte del postureo te van a acribillar con multitud de referencias: no les hagas caso, el libro se sostiene por sí solo, no hace falta un excelso conocimiento de la cultura griega para disfrutarlo. Sin embargo —qué duda cabe—, cuando Umberto Eco leyó y estudió a Joyce, tuvo una percepción muy distinta a la tuya y la mía. No obstante, es un despropósito pensar que el disfrute de su lectura es territorio acotado para la gente muy culta. Si así fuese, la única persona que gozaría leyéndola, la única persona que entendería sus profundidades sería el propio Joyce. Comprobarás un hecho maravilloso cuando la leas: en cada capítulo el autor te va a poner sobre el puente de tu nariz unas gafas diferentes, verás (leerás) imágenes deformadas, similares a las de esos espejos convexos y cóncavos de las ferias ambulantes. Te maravillarás al ver cómo la historia cruza indemne esas distintas densidades. Hazme caso: no luches contra el texto, el famoso dublinés era muchísimo más docto y estaba muchísimo más cultivado intelectualmente que tú y que yo. No te voy a aburrir contándote su estructura, tienes cientos de páginas web con descripciones muy precisas, reseñas, comentarios y opiniones, algunos de ellos muy brillantes, que te van a acercar a la historia. A menos que seas escritor o escritora, no tritures la novela, no la desmigajes, no la analices, simplemente disfrútala.

Abre los ojos y el corazón: el arte en grado máximo acude a tu mente.

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