#67 Estás tú y solo tú

Dales todo lo que poseas, no te quedes nada, algún día ellos vendrán a robarte, pero tú te habrás adelantado de forma elegante al robo. Dáselo, dáselo…, que no te importe perderlo, esa es la parte fundamental de todo el asunto: no temas perderlo, porque cuando te deshagas de todo, cuando te quedes a solas contigo mismo, desposeído de todo a excepción de tus células, ¡ahí, chaval, ahí!, en ese instante tendrás todo el poder del mundo. Serás el hombre más rico cuando te hayas desembarazado de lo superficial y te hayas quedado con el núcleo: solo con el núcleo. Que rujan, déjalos rugir: sus dentelladas darán en hueso, serán inútiles las muestras de agresividad; no te podrán hacer ningún daño porque no te queda nada, nada que no seas tú; tú en una forma inalcanzable. Así todo desaparece y todo cobra sentido. Al mismo tiempo eres y no eres. Se unen el espacio y el no espacio. Desde ese curioso sitio podrás conseguirlo todo. ¿No te lo crees? Créetelo, créetelo…, ahí eres invencible; eres un dios; nada te puede detener. Ni siquiera la muerte puede aniquilarte porque si consigues llegar a ese recóndito lugar, la muerte no podrá sino saludarte de lejos y de manera inofensiva, porque tú entonces serás inaccesible para ella, para todos, porque ahí estás tú y solo tú. ¿Quién sino tú? Tú, chaval, tú…

Estás tú y solo tú.

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