Nunca antes me he sentido así. Bueno… la verdad es que me he sentido así muchas veces, lo que quiero decir, no obstante, es que esta última vez he tomado plena consciencia de mis sentimientos. Y no sé si lo que pretendo mostrar con estas líneas es esa toma de consciencia, o si es en definitiva cómo me siento, o ambas cosas. No lo sé… Lo cierto es que atravieso una época difícil en mi vida. Siento un gran desasosiego. Vivo en un estado de insatisfacción continua. Excepto mis estudios —y este blog— nada parece interesarme lo más mínimo. Estudiar. Leer. Escribir. Nada más. Todo lo que cae fuera de ese círculo no me interesa en absoluto; al contrario, me incomoda. Sigo respirando, sigo comiendo, haciendo ejercicio, masturbándome e intercambiando pequeñas conversaciones con las personas que me rodean, pero todo resulta muy superficial. He sufrido una escalofriante pérdida de frescura, he agotado la inocencia. He hecho tantas cosas en mi vida, he vivido tanto y he vivido tan rápido… que ahora, aunque no quiera, aunque me resista, el entorno parece repetirse hasta la náusea. Distintos lugares y diferente gente pero el esquema es siempre el mismo: cambian sus caras; pero interpretan los mismos papeles.
Estoy (me percibo a mí mismo) en perspectiva. En perspectiva es la mejor definición que puedo dar para explicar este fenómeno. Es fácil de entender: no es lo mismo el amor en primera persona que un ensayo sobre el amor. Aunque el texto sea magnífico, aunque muestre una descripción precisa y exacta del amor, hay algo que puede la palabra no logra abarcar. La narrativa del amor, por muy brillante que sea, no puede tocar esa nota extrema e indescriptible que es el amor cuando te roza la piel.
Me siento capaz de escribir sobre muchos aspectos de la existencia humana pero, curiosamente, aunque puedo proporcionarte una fotografía nítida sobre ellos, tengo la impresión de que la parte fundamental de los mismos, en este aséptico plano, no está a mi alcance, no puedo escribirla. Si bajase a la arena, si abandonase esta perspectiva, podría sentir el amor en primera persona, pero entonces no sería capaz de escribir; no sería objetivo; sería torpe e impreciso, y mi análisis sería sesgado, mi descripción, inane y mi estilo sería un estilo atormentado.
Lo anterior fue escrito en el año 2015. No había terminado la carrera. Sentía una necesidad de escribir apremiante. Ahora mi depresión está más arraigada si cabe.