En una cantidad inaudita de ocasiones yo sueño con planos dentro de otros planos, especialmente de carácter temporal y espacial, pero, he aquí la grandeza de esa arquitectura, de carácter también onírico: tengo sueños dentro de otros sueños.
Se trata de algo alucinante. Ojalá pudiese revivir cada noche ese tipo de sueño.
Algunos neurocientíficos sostienen la tesis de que durante el sueño el sistema nervioso se ve liberado de su función primaria: registrar y entender el entorno para la reproducción y supervivencia del ser humano, y entonces, abierto el tráfico neuronal a una atmósfera sin reglas, es capaz de articular escenas de una belleza y rareza tales que solamente la imaginación puede rivalizar con ellas.
Yo ayer soñé (1) que soñé (2) con mi exnovia.
En el sueño (2) me decía a mismo, y le decía a ella en la distancia, [la distancia a un eventual nivel onírico (3)]: «Soñaba contigo hace tiempo —ahí, debo señalar, no era consciente de hallarme en un sueño [en este caso el (2)]—, pero el tiempo nos aleja aunque nuestros pensamientos no se han desligado completamente». En un momento dado, caigo en la cuenta de que (2) no es la vigilia sino un sueño de nivel inferior a (1) y en ese momento la percepción de (2) se aleja tanto que no consigo ver la cara de mi exnovia, y los recuerdos de un antiguo teléfono móvil comienzan a hacerse vagamente presentes. Una brutal aceleración en el tiempo tiene lugar cuando noto que (1) no es sino otro sueño de nivel superior: entonces, en mi cerebro, la frase: «Soñaba contigo hace tiempo pero el tiempo nos aleja» cobra un vigor enorme. El discurso acaricia la verdad absoluta: cuán lejos estamos ella y yo.
Lo más divertido de todo viene en el estado de vigilia porque yo olvidé completamente a mi exnovia hace muchísimos años.